lunes, 26 de diciembre de 2011

EL CONSUMO DE TELESERIES (G1)

Fernando Goyoaga y Emilia Serrano

Las Soap operas.

Cada vez consumimos más obras de ficción a través de la televisión. En particular series televisivas o soap operas como se llaman en los países anglosajones. Lo que pretendemos defender aquí es que una parte de los fenómenos que venimos estudiando se deben a los medios de comunicación masiva y en particular a dichos espacios. Soap operas eran llamadas las primeras series radiofónicas destinadas a las amas de casa norteamericanas. Mientras trabajaban, por las mañanas, escuchaban dichas series que estaban patrocinadas por corporaciones de la talla de Procter & Gamble o Colgate-Palmolive quienes saturaban de anuncios de sus productos a las señoras, amas de casa, cortando continuamente la transmisión. A día de hoy las series televisivas se consumen masivamente a través de la televisión o en su defecto a través de Internet. La publicidad sigue estando presente y se añaden otras formas de comunicación comercial como pueden ser las relativas al product placement. Pero, ¿por qué las consumimos?, ¿nos gustará el tema?, hay temas para todos los gustos: el afán de supervivencia, la amistad, las relaciones laborales y las familiares, el ultramundo, históricas, futuristas y demás. ¿Nos gustarán los personajes?: doctores, supervivientes, zombis, vampiros, amigos, asesinos en serie o familias felices. ¿O nos gustarán las sensaciones que nos transmiten?: risa, tristeza, miedo, alivio, tensión, etcétera. ¿O una mezcla de todas ellas?. Sea lo que sea siempre hay algo que termina enganchándonos.

El relato y las barreras a la persuasión.

El relato está pensado para enganchar y convertir al espectador en un adicto. Hay personas que sienten auténtica necesidad por saber lo que ocurrirá en el siguiente capítulo, quienes parecen sentir ansiedad en los momentos anteriores a conocer los desenlaces prometidos. Y quienes padecen todo tipo de sufrimientos si no consiguen sus dosis de ficción televisiva. No pasa nada, ese mono tampoco puede ser muy peligroso o duradero. El peligro viene más de nuestra predisposición a eliminar nuestras barreras antes de recibir nuestra dosis. No es que nos vayan a vender una cosa en lugar de otra. Yo ya sé qué cereales compro. Sin embargo, si no existiese un grado de efectividad, los anunciantes no lo utilizarían. Estas barreras se eliminan temporalmente mientras dure el visionado. Esto sirve para vender productos, favorecer el aprendizaje, emocionar al espectador, entretener, y más efectos que producen los media, en este caso calientes, como diría McLuhan.

Las series de ficción mezclan, para resultar verosímiles, partes de nuestra realidad con partes inventadas. Suelen ser perfectamente creíbles pues los decorados parecen de verdad, las cosas que ocurren parecen de verdad, y obviamente los personajes parecen de verdad. Un pequeño análisis nos situaría de nuevo nuestras queridas barreras y veríamos cómo sería muy difícil por no decir imposible, encontrarse un médico de esa calaña, un policía asesino, una horda de zombies o cualquier otra ficción. Y sin embargo muchas veces esos personajes se trasladan a la realidad, y hablamos de ellos como si realmente existieran. Hay actores que promocionan productos y muchas veces seguimos viendo al personaje.

Las relaciones sociales en la ficción.

Lo más interesante es que lo que sufre menos ese pequeño análisis en las series, son las relaciones sociales que se dan en el seno de los grupos que forman parte de la ficción. Por poner un ejemplo: el Dr House , es super cool, algo malvado, con mucho talento, inspiración divina, un drogadicto, es rico y mujeriego, a la vez que toca el piano, monta en moto y en monopatín, es cojo y etcétera, etcétera. No se sostiene que exista en la realidad una persona de sus características, por eso su personaje forma parte de la ficción. Sin embargo, una parte de lo que hace es hablar con sus pacientes, enseñar o dirigir su departamento, obedecer o desobedecer a sus jefes y relacionarse con sus amigos. Y estas relaciones que se dan, sí pasan por verdaderas. Pues en el fondo podrían darse perfectamente y de hecho ocurren en la realidad. Un médico tiene que hablar con sus pacientes, las personas se ríen unas de otras, existen las complicidades, los odios, las veneraciones, las atracciones y es de esta forma que se socializa. En contacto con los demás, socializamos, y son las relaciones sociales las que van desde la infancia enseñándonos quienes somos, lo que nos gusta, con quienes nos gusta estar, cómo reaccionamos y la mayoría de las demás cosas que al final hacemos. Definen nuestros valores y costumbres, nuestras habilidades sociales, parte de nuestras capacidades, sustentan al fin y al cabo nuestra manera de existir. Para todo esto es necesario un aprendizaje que muchas veces se da a través del ensayo y el error, y a medida que se avanza en el tiempo se van destilando las individualidades y en general nuestra personalidad.

“Pasan por”. Pues hace falta servirse de la realidad para conformar algo que sea creíble en la ficción. Y por un lado se sirven de lo que podría ser. ¿Podría ser que en un hospital estuviesen todos liados unos con otros y sus vidas fueran un auténtico culebrón a todas horas sin que cada uno de ellos no tuviera amigos o familiares fuera de dicho hospital? Pues no. Pero sí que una cirujana se enamorara de un cirujano y se fueran a vivir juntos. Por otro lado, se sirven de la ficción. Porque es atractiva. En la ficción hombres y mujeres son todos muy atractivos y atractivas, si hay sufrimientos luego las alegrías son enormes: suele ser todo bastante lacrimógeno, las ansiedades se alivian, sobrellevan sus desgracias de manera envidiable, las desigualdades se esconden y todo termina como empezó, dejándote ganas de más.

Socialización e hiperrealidad.

Lo que le ocurre al espectador es que con las barreras bien bajitas esperando su recompensa, recibe toda una ración de relaciones sociales. Que poco a poco van integrándose a sus valores, sus creencias, sus conocimientos, y sus costumbres. En definitiva, a su forma de vida. Y no hay tampoco ningún problema, sólo el de no saber que no es él mismo el que va configurando su personalidad en base a lo que aprende en su vida, y a través de sus acciones, sino a través de lo que alguien muy lejos suyo se inventa. Y así se va configurando lo que Baudrillard llamaba, hiperrealidad. Si a cada producto que consumimos, le añadimos valor signo hasta desvirtuarlos de sus funciones y consumirlos por lo que el grupo decide que hay que consumirlos, y esto nos define. Cabe esperar que en la ficción también los personajes y sus personalidades sean definidos por aquellas cosas a las que les añaden valor simbólico. Y se dan casos de series en donde lo que se consume no son solo objetos sino relaciones, o incluso personas.

Al asociar valor signo a las cosas que las personas utilizan, se asocian esos valores signo a las personas, convirtiéndolas en cosas, o en objetos de consumo, más o menos cercanos a lo que supone el grupo que debe ser aquello que se debe utilizar, cómo se debe ser, o actuar. En este caso el grupo que aparece en pantalla es el que define el valor signo. Así que terminará definiendo cómo debe ser el espectador. Que ha pasado a ser un objeto de consumo cuyo valor se define en relación al valor que detentan los personajes en la serie. No supone un problema aprender a relacionarse como lo hacen los personajes si luego en la realidad dicho espectador se encuentra con personas que han socializado de la misma forma, absorbiendo esos valores. Sin embargo es posible que fomente su soledad y su inseguridad si a lo que tiende es a valorarse en relación con lo que ocurre en la ficción. Pues envejecerá, enfermará, se frustrará, vivirá entre desigualdades, en definitiva conocerá aquello que la ficción no muestra.

¿Os parece que es una exageración lo que decimos?, ¿hasta qué punto deseamos, soñamos y nos comportamos en base a lo que vemos en las series?, ¿son las series las que van conformando ciertos valores en la sociedad, o al revés las series son las que se nutren con los valores que identifican en la sociedad?, ¿creéis que nos educan de alguna forma?, ¿estáis de acuerdo con lo que se dice en la entrada?

4 comentarios:

  1. Para empezar podríamos citar a Platón en - República - "El arte es un sucedáneo quimérico y deficiente de la realidad" o también podemos citar a Oscar Wilde "La vida imita al arte". Sea como fuere, se puede observar una interrelación entre vida y arte.
    Así que para contestar a la pregunta de si las series inculcan valores, ideas o enseñanzas a las personas, si se me permite, se podría recurrir al "arte" cristiano que podemos ver reflejado en cada una de las iglesias, catedrales,..., que hay repartidos a lo largo de la península (escojo el arte cristiano porque son o eran los representantes de la cultura europea en casi 2000 años de historia).
    En todas las iglesias podemos observar cuadros, vidrieras,... pero, sobretodo relieves. En ellos se representan figuras alegóricas que aunque ahora no sepamos que significan, en la edad media tenían un motivo y éste era la enseñanza, así cuando llegaba el cura y te decía mirad como el hombre o la mujer se convirtió en una furia por desconfiar de la pareja y al salir de la iglesia lo veías representado en un capitel te enseñaban a que "calladito y sin pensar en cosas malas estás más guapo".http://es.wikipedia.org/wiki/Bas%C3%ADlica_de_San_Isidoro_de_Le%C3%B3n
    Empiezo por aquí porque si durante cerca de 2000 años nos han enseñado esto y sobretodo han transmitido los discípulos a los alumnos que mediante la imagen se adoctrina bastante bien no sería raro pensar que en el cine, series de televisión,... hicieran lo mismo y digo que no sería raro que adoctrinaran porque detrás de cada serie o película de éxito siempre están las mismas personas (por ejemplo: Bryan Singer, es productor ejecutivo de House, pero también participó en películas como X-men o Superman returns, podemos decir, si el hombre vale y tiene talento es normal, si pero, Bryan Singer estudió en la University of Southern California, universidad privada y bastante elitista, lugar que seguramente se financie con fondos privados y dónde interesará que aprendas lo que ellos quieren enseñarte (y si te licencias, es que te quedó muy clarito lo que te quisieron mostrar) http://es.wikipedia.org/wiki/Universidad_del_Sur_de_California
    http://es.wikipedia.org/wiki/Bryan_Singer
    http://es.wikipedia.org/wiki/House_M._D.

    De esta universidad han salido ilustres personajes como George Lucas o Ron Howards (directores de cine que tienen como éxitos entre otros Indiana Jones (G.L.) y El Código Da Vinci (R.H.)) y a músicos como Michael "Flea" Balzary bajista de Red Hot Chili Peppers.

    Así que sí, y apoyándome en el artículo de la revista Ibero - Americana, en su número 29, Ética y formación universitaria (Mayo - Agosto 2002)http://www.rieoei.org/rie29a07.htm
    Si, las artes audiovisuales pueden condicionar nuestras vidas.
    Ahora la pregunta estaría en saber que quieren, cambiarte tus hábitos de vida o acojonarte de miedo y que te estés sentadito en el sofá (pero eso, por no enrollarme, y si las personas quieren, vendrá otro día).

    I.A.

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  2. Muchas gracias por el comentario, muy bien llevado por cierto. A la mayoría de los soportes audiovisuales se los considera hoy arte, desde luego yo no voy a dar solución al problema de la indefinición del arte, por eso también es difícil poder decir qué es lo que no es arte, si podemos partir de la base de que no todo lo es. Me mosquea tener que equiparar otras obras de arte a las series televisivas, pero por un lado me veo obligado en tanto que la forma aúna distintas clases y el contenido cumple algunas de sus funciones.
    La comparación entre arte religioso y sus efectos y series televisivas y sus efectos en relación a la educación es clara. Pero así como en el arte de la iglesia no hay dobles interpretaciones sobre sus intenciones: la educación. En el caso de las series como soporte de educación, no queda claro cuál es o quién sea quien está detrás de su puesta en marcha, como tampoco quedan tan claras sus intenciones. Entiendo que la universidad del sur de California sea un instrumento de la gente poderosa para que sus niños ricos encuentren trabajos oportunidades y parejas de su misma clase social, y puede que una vez se conozcan entre ellos, se junten en fiestas de pijamas en los que el tema de diversión sea el de cómo aterrorizar a las indefensas masas. Bien, vale; pero esto no nos quita a nosotros las masas nuestra responsabilidad en nuestro consumo. ¿Está bien que la mayoría no pueda expresarle a las masas? En parte esta es una de las conquistas de internet y sin embargo seguimos utilizando nuestro tiempo como borregos delante, casi todos, de los mismos contenidos audiovisuales. Porque en el fondo y aunque haya diferentes calidades de series, una gran parte de las más comerciales siempre terminan masticando los mismos temas de siempre. ¿Esto es porque esos temas son los que nos gustan, o es porque son los temas que benefician a quienes los pagan? Pues posiblemente haya un poco de las dos cosas, lo que hace que en parte estemos bien cogidos por los genitales.
    Ahora bien me gustaría volver al tema de la responsabilidad individual. Me fascina mi capacidad para comerme un menú de una cadena de comida basura mientras mi cabeza me recuerda que mi cuerpo ya ha sufrido las moletas consecuencias de ese mismo acto en el pasado.. ¡¡Pero es que está ricoo!! Y mordisco a mordisco voy sufriendo el paso del deleite al asco al deleite al asco en un círculo que no termina ni siquiera una vez terminada la comida. Y no creo ser el único, hace falta sólo una simple observación fija a los ojos de algún otro comensal para darse cuenta de que hay algo no natural en ello.
    Con todo esto, la comparación entre comida basura y teleseries me parece bastante descriptiva, lo que en última instancia me permitiría alejar otro pequeño paso a las teleseries del arte, sin por ello contestar el ejemplo eclesiástico. Otra cosa es con respecto a tu última pregunta, no creo que los tiros vayan hacia la generación de miedo, teoría que me parece muy interesante, sino sobre todo a la generación de ansiedad. Y tampoco a la sustitución de unos valores por otros, sino a la abolición de todo tipo de valores, y así vemos a capitanes de barcos que huyen del naufragio los primeros, representantes del pueblo robándoles a los pobres lo poco que tienen o aporreando viejecitas, alumnos de escuelas primarias humillando profesores, (solo es necesario poner el telediario, es increíble por cierto que aguanten en el prime time) y todo tipo de tropelías inimáginables e insoportables desde el punto de vista de la ética. Tanto individualmente como colectivamente.

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  3. Muchas gracias por contestar Fer.
    Pero tengo una pregunta porque hay algo que no me queda claro
    ¿Qué ganas con la ausencia de valores? ¿Eso no nos lleva a la anarquía?

    Que no tiene porque tener connotaciones negativas (como el comunismo de libro)pero llegado el momento si no tienes nada que perder se puede volver en tu contra.

    ¿Me podrías explicar mejor lo que consigues con eliminar todos los valores de la sociedad?

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  4. Bueno, tengo una colega que dice que parece ser que el miedo está muy relacionado con la ansiedad y con el deseo. Si se trata de un desequilibrio posiblemente así sea. De una situación inicial se pasa a una situación de desequilibrio, de la que se necesita salir para volver al equilibrio.
    Sobre lo de la ausencia de valores, tendríamos que definir lo que entendemos por valores. Yo me refiero a que una de las características de los valores es en parte su supuesta inviolabilidad. Quien considera que tiene valores supone que no los cambiará. Si lo hiciera dejaría de tenerlos. Si cambiamos unos valores por otros, asumimos que los últimos serán duraderos. Los valores son por un lado algo compartido, y por otro lado algo íntimo. Tienen que ver con lo social, y con lo psicológico. Si por ejemplo consideramos la ecología como un valor, podemos vender productos ecológicos a quienes lo tengan. También podemos vender ese valor. Consiguiendo que más gente compre productos relacionados. Y de esta forma conquistar el mundo, y que todos compren cosas ecológicas. Bien, ¿y luego qué? ¿Nos esforzamos por volver a cambiar valores en la sociedad y en el individuo para seguir vendiendo cosas? ¿Y así una y otra vez, con lo que cuesta? Parece más rápido y menos costoso el que los valores se desvirtúen hasta que parezcan meras modas, y así poder sustituirlas fácil y rápido. Pero para eso el consumidor tiene que ser una esponja que absorba y luego escurra para volver a absorber otra cosa. Cuando la esponja está de entrada muy mojada poco absorbe.
    Respondiendo a tu pregunta, es verdad que mi sentencia parece muy extremista y tengo que decir que no, no se pueden eliminar todos los valores de la sociedad. Estoy de acuerdo contigo en que la intención es la de cambiar unos por otros, pero de manera continua, no A por B, sino primero por B luego por C luego por D y así. Como en la sustitución de la moda. Es por esto que creo que la falta de los mismos es necesaria para ese cambio. A menos que consideremos la falta de valores como un valor. (en menudo lío me he metido).
    Por último, puede ser que sea fruto de una intención el que esto sea así, como también puede ser que sea simplemente que los seres humanos somos así. Igual antes cambiábamos más despacio, y ahora muy rápido. Enfin, no se si nos estamos yendo del tema o todo lo contrario, pero como igual esto es un diálogo entre tú y yo. Pues seguimos ¿no?
    ¿A qué te refieres con eso de que quieren que estés sentadito en el sofá además de para que veas series...?

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