Nuria Herrero y Luis Macheti
Para muchos de nosotros hablar de Disney es hablar de ilusión, de nuestra infancia, de entretenimiento, de sueños y de valores éticos. Pero algunos no están del todo de acuerdo con esta opinión.
Y es que Disney ha creado un estereotipo y difundido unos patrones de hábitos de vida y comportamientos sociales que nos sitúan a las diferentes personas en un estatus o en otro.
Los estudios Disney se fundaron en 1923 por Walter y Roy Disney, desde entonces hasta hoy han estado salpicados de polémica. Ya en los años 30 algunos analistas sugirieron que había un lado oscuro en aquellas películas Disney.
Descubrimos Disney en nuestra infancia y comenzamos a confiar en esta marca para siempre.
Un magazine femenino chileno proponía, el año pasado, que se le otorgara a Disney el premio Nobel de la Paz. ``No debe extrañar, por lo tanto, que cualquier insinuación sobre el mundo de Disney sea recibida como una afrenta a la moralidad y a la civilización toda", tal como escriben Ariel Dorfman y Armand Mattelart en 1972 en su libro `Para leer al Pato Donald´. Un libro que analiza las tiras cómicas del Pato Donald.
Además en 1935 Disney fue premiado por la Sociedad de Naciones con una medalla de oro, declarando a Mickey ``símbolo internacional de buena voluntad´´.
Comparto aquí dos citas interesantes del libro anteriormente nombrado:
“Mientras su cara risueña deambule inocentemente por las calles de nuestro país, mientras Donald sea poder y representación colectiva, el imperialismo y la burguesía podrán dormir tranquilos.”
“Las ideas de Disney resultan así producciones bien materiales de una sociedad que ha alcanzado un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas. Es una superestructura de valores, ideas y juicios. "
Estas afirmaciones son entendidas por algunos como una manera de mostrar la ideología imperialista subyacente en las relaciones entre los personajes de Disney, comparadas con las propias condiciones de trabajo de los empleados de la compañía.
Para Dorfman y Mattelart, detrás de la máscara del mito Disney se esconde el inevitable mensaje propagandístico del imperialismo cultural, del capitalismo estadounidense.
Según numerosos críticos muchos de los títulos de la compañía son ofensivos en lo que a cuestiones raciales o de género se refieren. Walter Disney siempre negó tales afirmaciones, aunque no dudó en hacer cambios en muchas de sus películas conforme a los gustos del público.
Por ejemplo, Mickey Mouse tuvo que cambiar sus modales conforme fue ganado popularidad, pues en sus inicios su humor era más ácido y estaba entregado a los vicios, como se puede comprobar en un corto de 1928 `The Gallopin Gaucho´, donde se permitía el lujo de fumarse un cigarrillo y beberse una cerveza.
Las representaciones de la figura femenina, polémicas desde los primeros títulos, también han sufrido una notable evolución.
En uno de los personajes pioneros, `Bambi´, el estudioso David Payne ve la encarnació
n de todo deseo masculino, un patriarcado de un solo hombre que tiene dominio y propiedad absoluta.
Otro tema crítico, es la representación racial. Peter Pan, Dumbo o Los tres cerditos fueron criticados por ser poco respetuosos con los nativos americanos, los afroamericanos o los judíos.
En la misma línea podemos hablar de cómo todos los protagonistas masculinos de sus películas tienen que defender y proteger a guapas, indefensas mujeres, Cenicienta, La Bella durmiente…
Y cómo dentro de esta hiperrealidad muestran a sus espectadores unos estereotipos bien marcados. A las niñas se las enseña cómo deben ser de mayores, cómo deben comportarse y qué deben esperar de su príncipe azul y cómo los cuentos de amor siempre terminan bien, así que a las culturas postmodernas tecnológicamente avanzadas se ven íntimamente alteradas por estímulos que les enseñan una simulación de la realidad, fingen lo que no se tiene, así uno asume la realidad virtual como real.
Artistas como Rodolfo Loaiza pinta el lado más oscuro (como él mismo lo llama) y desencantado del universo Disney, despojándolo de todas las connotaciones características del mismo.
Aquí os dejamos algunos de sus cuadros más impactantes, pero podéis admirar toda su obra en su galería en Flickr.
Algunas preguntas para el debate que os proponemos son: ¿contribuye el consumo de películas Disney en la infancia a desarrollar una visión machista del mundo?, ¿creéis que las películas Disney transmiten valores éticos y morales?, ¿condicionan nuestras expectativas respecto a las relaciones de pareja?