lunes, 21 de noviembre de 2011

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA (G3)

Camino Blanco y Paula Andrea Domínguez

Adorada por unos y odiada por otros, pero sobretodo una gran desconocida para la mayoría de sus víctimas. La llaman “obsolescencia programada” y bajo la pomposidad del nombre se oculta la estrategia económica que día a día se encarga de poner en marcha la maquinaria que mantiene activa nuestra economía.

¿Cómo? El secreto está en la vida útil de los productos que consumimos: en la batería del móvil que se estropea demasiado pronto o el microondas que un buen día y sin previo aviso decide dejar de funcionar. Cuando vamos a la tienda y preguntamos cómo repararlos la respuesta es siempre la misma “No merece la pena repararlo, es mejor comprar uno nuevo”. Y nosotros como un manso rebaño guiado por su pastor, compramos uno nuevo.

¡E voilá! La obsolescencia programada ya ha hecho su magia.

Vivimos inmersos en una sociedad que nos mantiene aletargados en una muy bien planificada vorágine consumista. Si los ciudadanos no compran, las tiendas no venden su mercancía y por tanto las fábricas no colocan su oferta en el mercado. Si el productor no puede colocar sus productos, no podrá seguir pagando a sus empleados. Y esto que hoy nos parece una lógica aplastante, fue sencillamente lo que ocurrió en la crisis de superproducción estadounidense de 1929.

La solución estaba clara: era necesario que los individuos no dejasen nunca de comprar. Nace así la obsolescencia programada, o lo que es lo mismo, fabricar los productos intencionalmente para que al cabo de un tiempo determinado fallen.

· Encendida desde 1901

La prueba más evidente de que la obsolescencia programada existe es una simple bombilla, no una bombilla cualquiera, sino la bombilla más antigua del mundo. Esta bombilla, situada en un parque de bomberos en California! lleva más de cien años encendida!

Y si existe una bombilla así, ¿cómo es que no la tenemos todos en casa? Pues sencillamente porque económicamente no interesa. A través de Internet, se puede ver esta mítica bombilla gracias a una cámara web (www.centennialbulb.org/photos.htm).

· Vertederos electrónicos. Sostenibilidad cero

Los objetos electrónicos, tan de moda en nuestros tiempos, son uno de los principales objetivos de la obsolescencia programada. Nos encontramos en una era de continuos avances tecnológicos y sin embargo, los objetos cada vez se estropean con mayor facilidad. No es casualidad. Impresoras, ordenadores, frigoríficos o secadores del pelo, todos ellos han sido creados para fallar al cabo de un tiempo.

¿Y después qué?, ¿acaso nos paramos a pensar dónde van a parar todas esas televisiones de plasma, ordenadores portátiles o tostadoras que tiramos? A nadie parece importarle. El destino de esos residuos tan molestos para los países desarrollados es en la gran mayoría de los casos los países del tercer mundo a donde llegan a diario barcos repletos de toneladas de basura. Y lo que no srive para nada se va amontonando en gigantescos vertederos, agujeros contaminantes dejados de la mano de Dios que arrasan la tierra e intoxican los ríos a ritmos alarmantes.

Una gran parte de la población del país trabaja recogiendo y clasificando nuestra basura tecnológica. Son los esclavos del S.XXI trabajando a merced de nuestros excesos.

· ¿Es viable una economía sin obsolescencia programada?

La obsolescencia programada es sin duda alguna un sistema eficiente para mantener en movimiento la pesada rueda de nuestra economía , ¿pero a qué precio? ¿Es viable una economía sin obsolescencia programada? Quizás Mahatma Ghandi tuviese la respuesta al afirmar: “el mundo es muy grande para satisfacer las necesidades de todos, pero siempre será pequeño para la avaricia de algunos”.

Y es que si eliminar la obsolescencia programada puede ser un desafío demasiado grande para afrontar, no lo es así la creación de políticas sostenibles. Desde aquí queremos lanzar una propuesta al mundo: ¿Por qué no se ocupan de recoger la basura tecnológica los mismos que provocan que tras un corto periodo de tiempo los productos no sean más que eso, basura? O lo que es lo mismo, por qué no obligar a las grandes multinacionales a crear centros de recogida para sus propios productos una vez que éstos dejen de funcionar. La idea es sencilla, y ya muy trillada: sino reducir, al menos sí reutilizar y reciclar. De tal modo que además de abaratar los costes de producción, dejaríamos de expoliar al planeta de sus tan preciados y LIMITADOS recursos, además de protegerlo del dañino impacto medioambiental.

Un consumo responsable para gente responsable. Exígelo.

Aquí os dejamos un interesante documental realizado por rtve:

“Comprar, tirar, comprar: la historia secreta de obsolescencia programada”






7 comentarios:

  1. Muy bien chicas!!! Un tema bastante interesante y evidentemente, de acutalidad, pero no sólo de ahora, sino desde hace muchos años.
    Realmente a la gran mayoría de la sociedad mundial no les interesa el medio ambiente (aunque intenten reciclar en sus casas). Esto de reciclar, puede aportar a la naturaleza tal vez un....10 o 20% para evitar la contaminación?? No es suficiente.
    Si hubiese contenedores de "nuevas tecnologías" tal vez llevásemos alli nuestros aparatos, pero ¿qué pasa?. A las grandes empresas no les interesa que sus productos se reciclen, sólo piensan en su bolsillo (actual y futuro), todo el mundo gira en torno al dinero (¿la naturaleza? ¿para qué? si el mundo se va a terminar en el 2012).
    Primero se centran en su bienestar y luego, si eso, en el de los demás...

    ResponderEliminar
  2. Yosune, espero que el mundo no se acabe en 2012. Todavía me quedan muchas cosas por hacer...

    Creo que partir de la base de que reducir no es una opción es erroneo, los fabricantes desarrollan productos con una vida finita de forma intencionada, pero lo hacen porque los gobiernos se lo permiten. Si los gobiernos obligaran a las empresas a garantizar el buen funcionamiento de los aparatos durante más de dos años es probable que consiguieramos reducir el volumen de residuos de aparatos tecnológicos de forma considerable.

    Pero para eso los primeros que tenemos que cambiar el chip somos nosotros. Debemos dejar de pensar que reducir no es una opción y demandar como consumidores una ampliación del periodo de garantía de los productos que consumimos.

    ResponderEliminar
  3. Si hacen productos duraderos "de por vida" no se producirán más cosas y ello conllevaría a una bajada en picado del empleo.

    ResponderEliminar
  4. Me ha encantado el artículo, muy completo e interesante. Aunque estoy de acuerdo en la mayoría de cosas que decis, yo creo que hay determinados aparatos tecnológicos que es lógico que haya que renovarlos cada cierto tiempo por la superación continua y las posibilidades que van ofreciendo año tras año. En términos generales, por ejemplo con los móviles, nadie quiere actualmente un teléfono con una pantalla enana y en blanco y negro...por tanto, para qué invertir más en un producto para que dure, cuando nadie quiere que dure más de 2 o 3 años (o ni eso si se trata de una persona adicta a las nuevas tecnologías)...es decir, estoy de acuerdo en productos que no evolucionan o que tardan mucho en hacerlo, que deberían de durar como antes...pero existen otros productos que avanzan constantemente y a los que nosotros mismos programamos su muerte.

    ResponderEliminar
  5. Lamentablemente creo que Beatriz tiene razón, ya no sólo se dejan de fabricar productos duraderos sino que nosotros mismos somos los que en caso de que les quede poco tiempo o se nos quede algo anticuado los cambiamos por algo novedoso sin ningún miramiento.
    Pero en éste caso ¿quién es el culpable de que esto nos este pasando? ¿Nosotros mismos o el desarrollo de la sociedad, gobiernos, empresas y demás que nos han inculcado que los productos no duran mucho?
    En mi opinión ha sido esa evolución de todo lo que nos rodea, y sobre todo el afán de las empresas de querer ganar más en menos tiempo lo que nos ha llevado a este punto y que por ello el pensamiento de muchos de nosotros ahora mismo es el siguiente; es mejor adelantarme antes de que se me estropee y me quede sin ello.

    ResponderEliminar
  6. Tenéis mucha razón en gran parte de lo que decís. Hoy en día la obsolescencia programada convive con lo que llamamos "obsolescencia de la necesidad", o lo que es lo mismo, en muchas ocasiones no se trata de que el movil se nos estropee, sino que las empresas sacan otros nuevos al mercado, y siguiendo la moda o las necesidades que a través de la publicidad nos han creado nosotros mismos los renovamos.
    El móvil viejo, con su cargador, cables etc queda en un cajón olvidado sin utilidad ninguna o lo tiramos a la basura general, sin pensar en qué otros usos podríamos darle.
    Muchas empresas han comenzado en los últimos años a ofrecer dinero por tu viejo móvil, ¿pero cuántos utilizamos estas alternativas?

    ResponderEliminar
  7. Mirad, este artículo es bastante interesante y tiene mucha relación con el debate que hicimos en clase: http://www.20minutos.es/noticia/1232384/0/black-friday/dia-sin-compras/consumo-responsable/

    ResponderEliminar